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martes, 7 de mayo de 2013

REAL FUERTE DE LA CONCEPCIÓN


En los confines de la provincia de Salamanca, en la pequeña localidad de Aldea del Obispo a escasos kilómetros de la frontera con Portugal, se cierne sobre un altozano una imponente mole de granito. Una fortificación abaluartada del siglo XVII en medio de un mar de encinas y cantuesos regados por el río Turones: el Real Fuerte de La Concepción, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento desde el año 1992.
Una vez pasado el primer puente de acceso, a medio camino entre la entrada principal y el primer cuerpo de guardia, la imaginación toma las riendas de la visita y vuela hacia tiempos pasados, visualizando a los ingleses con sus casacas rojas, a los jinetes cabalgando por el camino cubierto desde las caballerizas, al Gobernador del Fuerte y al Capellán en la Torre del Reloj...


Me llama poderosamente la atención la fachada principal, de estilo barroco, obra de los hermanos Churriguera. Destaca dentro de su sobriedad el Escudo Borbónico, rodeado por el Toisón de Oro y otros ornamento bélicos.
Atravesado el arco principal, nos encontramos en el segundo cuerpo de guardia, suelo original y bóvedas de marcado estilo churrigueresco, nos dan la bienvenida. Quizá hay una visión que hace que tan maravillosa estancia pierda un poco de protagonismo, pero a través del segundo arco se ve el majestuoso Patio de Armas, coronado desde mi campo de visión con lo que me dicen fue la antigua capilla y que los "aldeanos" conocen como "Ojos de la Reina", por los dos óculos que coronan la parte alta de la semiderruída construcción.


Alrededor del patio, 32 salas destinadas a albergar tanto a caballos como a soldados. Cada una con su chimenea para sobrellevar los duros inviernos y las ventanas - aspilleras que permitían disparar a cubierto.
En los vértices del patio, las rampas de acceso a la terraza ahora diáfana. Aún podemos ver las troneras, para los cañones, las letrinas donde se aliviaban los soldados, incluso los canales en los que recogían el agua que iría a los aljibes y con la que se abastecería toda la tropa.
Las vistas inmejorables. Quizá sea el mejor lugar, para tomar conciencia de la forma de estrella que le confieren sus cuatro revellines y sus cuatro baluartes. Frente a la capilla, la que fue la casa del gobernador y la torre del reloj.
A lo lejos, desde mi privilegiada atalaya, se vislumbran dos construcciones, a vista de pajarito, en mal estado de conservación, pero decido finalizar allí la visita.



Desando mis pasos y campo a través llego a lo que fueron las caballerizas. Un edificio semicircular con dos alturas. En la parte de abajo los pesebres labrados en granito. Los animales dormían abajo y los soldados arriba, de esta forma se aprovechaba el calor que subía de los caballos. Parece ser que había otro edificio gemelo, separado por un pasillo, pero de este no queda rastro.
Continuo avanzando por lo que fue un camino cubierto, según me cuentan y llego al Blocao de San José. Sin duda es el edificio peor conservado y ahora, se el motivo. Al Fortin de San José, se le considera la pieza clave de todo el complejo, por estar en un lugar estratégico a mayor altura que el resto, por lo que cuando el Fuerte fue abandonado, los soldados se afanaron en su destrucción, para evitar que el enemigo pudiera aprovecharse de él.

Cargada de datos históricos y con una preciosa puesta de sol sobre la Comarca de Argañán, olvidaba comentar un pequeño detalle, desde octubre de 2012 el Real Fuerte de la Concepción ha adquirido un nuevo uso: es una Posada con encanto, que estoy convencida, a nadie dejará indiferente. Me satisface saber que esta nueva utilidad, ayudará a preservar y poner en valor tan espectacular monumento.