Dicen de Gijón que cada barrio es una ciudad… y yo no puedo, sino sumarme
a esa misma opinión. Multitud de ambientes se mezclan y la ciudad se funde
con el mar ofreciéndonos una cálida bienvenida.
Hasta mí llega el aire, el olor, el inconfundible color industrial de los barrios de la Calzada
y el Natahoyo, donde se encontraban los más importantes astilleros gijoneses. A vista de pajarito se vislumbran las enormes y
pesadas grúas como seña de identidad, no sólo de este duro y casi desaparecido
sector, sino del tradicional paisaje urbano de Gijón.
En la parte más occidental de la ciudad, encontramos la
renovada playa del Arbeyal, anteriormente conocida como la playa de La Casera. Hace algo más de dos décadas, ésta recuperó su aspecto original tras haber pasado
unos años al servicio de la industria de la zona. Hoy es ya la tercera playa
más importante de Gijón.
Si fijamos nuestra vista en el horizonte, podemos ver la reciente
ampliación del “Musel”, uno de los Principales Puertos Marítimos del Arco
Atlántico y que desde hace poco se conecta con el Puerto de Nantes mediante la
primera “Autopista del Mar”.
Desde hace un par de años, en los terrenos del antiguo astillero Naval
Gijón, se celebra la afamada Semana Negra, que este año alcanza su 26ª edición;
una fiesta literaria que es ya un clásico del verano Gijonés. Más de diez días
en los que disfrutar de la lectura, charlando con escritores en un ambiente de
lo más festivo a orillas del mar Cantábrico.
Caminando hacia el centro, llegamos a la Playa de Poniente. Desde
el acuario hasta el Puerto Deportivo, más
de quinientos metros de playa, en la que, entre otras cosas, cabe resaltar que es totalmente accesible a personas con movilidad
reducida. Una zona viva, con entretenimiento a cualquier hora del día y de la noche.
La península de Cimadevilla, marca la división entre las playas de
Poniente y San Lorenzo.
Es la parte más antigua y con más encanto de todo Gijón. Coronada en su
punto más alto, el Cerro de Santa Catalina, con el “Elogio del Horizonte” de
Chillida, nos invita a pasear y a tomar unos “culines” de sidra en cualquiera
de las múltiples sidrerías que se encuentran por la zona.
Las Termas Romanas, la Torre del Reloj, el Palacio de Revillagigedo, la
Plaza del Ayuntamiento o la Plaza del Marqués con la insigne estatua de Pelayo,
son sólo algunos de los lugares de obligada visita para todo aquel que pasa por Gijón.
Para llegar a la Playa de San Lorenzo, pasaremos por la iglesia de San
Pedro, ubicada en plena Bahía y con un encanto muy especial, a pesar de haber sido reconstruida tras la Guerra Civil.
Es aquí donde comienza un agradable paseo por la playa más importante
de Gijón y una de las más emblemáticas de todo el Principado de Asturias. Los
días de sol la encontraremos repleta de bañistas y al fondo, las casetas de rayas de vivos colores, serán el signo inequívoco de que ha llegado el verano.
Cuando el tiempo no es tan benévolo, son los
surfistas quienes salpican las aguas en busca de olas y aquellos que disfrutan
de los agradables paseos por el Muro.
Hablar de la Playa de San Lorenzo, es hablar de
las Escaleronas, del Tostadero y de la desembocadura del Río Piles.
Si continuamos por la orilla, en dirección al Rinconín, llegaremos a una
renovada zona de restaurantes y bares de copas, donde vivir con intensidad la
noche gijonesa.
Si el tiempo acompaña (y si no, también) no dejemos de subir a la zona
conocida como la Providencia. Sin perder de vista el mar Cantábrico, ascenderemos
por un sendero donde iremos descubriendo un itinerario de esculturas, entre las que debo destacar la de “La Madre del Emigrante” o más conocida por los
gijoneses como “La Lloca”.
Para los amantes del deporte,
Gijón es una ciudad muy atractiva. No sólo por los deportes acuáticos, por su equipo de fútbol, por su club de tenis o el hipódromo. Toda la
ciudad cuenta con carril y bici y algunas sendas verdes como la de: la Camocha,
la Senda Fluvial, el Parque de Isabel la Católica o el de los Pericones, y por
supuesto El Monte Deva, un espacio natural considerado como el pulmón de la
ciudad.
A aquellos que buscan un turismo más comercial o de shopping, les
recomiendo visitar el centro de Gijón. La Calle Corrida o la Calle Moros,
Begoña o la Plaza de Parchís, son sólo algunas calles donde podemos realizar
todo tipo de compras y parar a tomar un tentempié o degustar la deliciosa e internacionalmente conocida gastronomía asturiana: las fabes, el chorizo criollo a la sidra, el pixin, el cachopo, las casadielles...
Si lo que buscas es desconexión y relax, no dudes en acercarte a las modernas
instalaciones de Talasoponiente, donde disfrutaremos de toda clase de cuidados
con agua de mar.
Es indispensable no marchar de Gijón, sin subir a La Campa Torres, donde además
del maravilloso paisaje, encontraremos vestigios de un poblado posiblemente de
origen celta o astur. Los enamorados de la historia, no deben dejar de visitar
además la Villa Romana de Veranes.
Saliendo de la ciudad, en dirección Santander pasamos por el Jardín
Botánico. Un lugar de alto interés para amantes de la naturaleza y que a lo
largo del año, realiza originales y apetecibles eventos, entre los que me quedo sin duda con Las Noches Mágicas. Un visita nocturna por el jardín, acompañados por unos guías de excepción: personajes y seres de la mitología astur. Un placer para los sentidos apto para todos los públicos.
Antes de dejar la ciudad, una última parada en la Laboral Ciudad de Cultura, un proyecto en continuo
movimiento, que no dejará a nadie indiferente.
Gijón, una ciudad que ha sabido reinventarse, que apuesta por el futuro y en la que cada visita, es una experiencia diferente, no en vano, en 2012 fue galardonada con el Premio Nacional al Mejor Destino de Calidad Turística.





